Paradise Products Costa Rica celebra este mes de Abril la literatura y a los literatos Costarricenses con una serie de entregas relacionadas con la rica creación literal de celebres autores costarricenses, empezando en esta ocasión recordando al autor de “Las concherías” libro icónico y parte del ADN de la identidad Costarricense, Aquileo Echeverría.
Aquileo Echeverría, una figura central en el desarrollo del costumbrismo literario en Costa Rica, capturó con maestría los matices de la vida rural y las tradiciones populares de su país. A través de su obra, este notable escritor, poeta y periodista nos dejó un legado invaluable que ofrece un retrato vívido de la Costa Rica de finales del siglo XIX y principios del XX.
Nacido en 1866 en San José, Aquileo Echeverría se destacó en varios campos desde joven. Su carrera abarcó desde roles diplomáticos hasta periodísticos, desempeñándose como un activo participante en la política y la cultura de su tiempo. Su educación y experiencia en Europa le proporcionaron una perspectiva amplia, que más tarde enriqueció sus escritos y su visión del mundo.
La obra más emblemática de Aquileo Echeverría es sin duda “Concherías”. Esta colección de poemas, escrita en un dialecto que imita el habla campesina costarricense, es un tesoro de la literatura nacional y un testimonio excepcional de la cultura popular. Además, escribió numerosos cuentos y ensayos que también reflejan su profundo conocimiento y amor por las tradiciones de su tierra.
Los escritos de Echeverría se caracterizan por su aguda observación de la sociedad costarricense y su habilidad para capturar la esencia de la identidad nacional. El uso del lenguaje coloquial y la incorporación de elementos folklóricos son distintivos de su estilo, permitiéndole construir relatos que son tanto entretenidos como educativos. Sus obras abordan temas desde la política hasta lo cotidiano, siempre con un toque de humor y crítica social.
Aquileo Echeverría es considerado uno de los pilares de la literatura costarricense. Su obra no solo ha influenciado a generaciones de escritores, sino que también ha sido fundamental para el estudio del folklore y la cultura costarricense. Su habilidad para documentar y celebrar la vida rural ha hecho que sus textos sean una fuente vital para entender el pasado y apreciar la riqueza cultural de Costa Rica.
Revisitar la obra de Aquileo Echeverría es redescubrir las raíces de una nación a través de su literatura. “Concherías” y otros textos suyos continúan siendo relevantes no solo por su valor estético, sino también por su profundo contenido cultural y social. Animo a todos los amantes de la literatura y la historia a sumergirse en sus escritos y experimentar la Costa Rica de otra época, vista a través de los ojos de uno de sus más grandes literatos.
– ¡Mama!…
– Qu’es?
– El curandero.
– Andá cogéle el caballo.
Muy buenas tardes, ñor Vindas.
– Muy buenas tardes… Ve, ñato,
aflojámete la cincha,
porque está muy requintao;
acercátele sin miedo,
si ese es nonis en lo manso.
– ¿Y qué tal Espiridión?
– De ayer pacá rematao.
– ¿Y lo ha visto algún dautor?
– No, ¿pa qué? Yo le estoy dando
cuanto me dicen que es bueno;
pero no se ha mejorao…
Pase pa’lante y lo ve.
Abrí la ventana, Marcos.
– ¿Y eso qu’es? ¿Qué te ha cogío?
– Yo creo que viento colao:
ju i a vender unos frijoles,
hará quince días el sábado,
y yo creo que me resfrié,
porque estaba aquel mercao
cundiditico de gente.
Al salir, como a las cuatro,
me dijo acá: “¿Qué tenés
que estás tan desencajao? “
Yo no me sentía muy bien,
y jui y me tomé dos tragos;
después acá me flotó
con solfate y anisao
la nuque, y luego me vine
por mis propios pies andando.
Al llegar a la tranquera
me sentí como almadiao,
con mucha bulla en los oidos
y el paladar muy amargo.
Comimos y me acosté;
luego me jue arrebatando
un jielo por todo el cuerpo,
me puse a sudar jelao,
y me cogieron arquiadas
y corridas; a las cuatro
cuando ya estaba escurrío
me vine a quedar calmao.
Desde entonce sigo mal;
me duele mucho el costao,
y onde tueso siento un chuzo
debajo de este sobaco.
– ¿Y qué remedios te han hecho?
– Ñor Vindas, l’hemos untao
la enjundia con jiel de vaca;
además de eso ha tomao
uruca con achicoria
y castor.
– ¿Y no le han dao
el güízaro con yantén?
– No, ñor Vindas.
– Hombré, malo…
Vea: restriegue unas daguillas
y‘unas hojas de culantro,
y’un poco de juanilama,
y cuatro cabezas de ajo;
le mezcla flor de ceniza
y’unas venas de tabaco;
lo pone todo a cocer,
ojalá en traste de barro,
y luego con un olote
le flotan el espinazo,
hasta que enronche el pellejo
y se ponga colorao;
después le pasa el untijo
y lo abriga bien en trapos.
Y di’ahi le atolla una ayuda
de romero con guarapo,
y en cada uno de los oidos
me le va a poner un taco
de buñiga con mostaza.
¡Vos lo que tenés es pasmo!
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